Aquella lumbrera
que siempre renace,
cual rauda carrera
que el tiempo sanase
Un amante sintiera
cuyos ojos cegase
esta luz ferrera,
cuánto daño le hace.
Pero en aquel dolor,
en tan sublime pasión,
una sombra posase con amor
su bellísima figura, con una dulce canción;
para su amante, bajo aquel furor
y dice: “No temas”, con su corazón,
“para que por fin sientas qué es el amor”
Y diciendo así, plasmó en sus labios su hermosa canción…