La cortina escondió la humildad que con tanto esfuerzo labró tu bondad; la triste sociedad se llevó el amor con macabra maldad.
Y el vacío desgarrador y el frío no eran más que un complejo lío que, embelesando el corazón mío, tomó razón, tomó un desvío.
¿Dónde estás? Mi corazón vela aún el telón vacío que sin piedad, como un caudaloso río, cortó violento nuestro amorío.