En los días veraniegos
y en las noches primaverales
en los que arde el fuego
y los que huelen a sales
veo tus ojos en desasosiego
como amplios y vastos griales.
Eres luz, eres calma
como una brisa del alma;
eres sombra, eres pasión
como fuertes latidos del corazón;
eres vida y eres muerte
como esperanza en el más débil y el fuerte.
Mundos pasan frente a mis ojos
y pocos aguardan lo que el nuestro recoge
como sangre, de un color tan rojo
y como miedo, que en mis brazos te acoge.
En tu piel me encuentro, como aquella primera vez
cuando tanto sentí que volví a la niñez,
en la que las lágrimas de mis ojos brotaban sin freno
por mi amor profundo, y tus brazos en velo,
porque consuelo no hay para un amor así
tan puro, tan pleno, de estos labios carmesí.
Solo una cosa te pido, y una prometo:
mi amor eterno, por el tuyo yo quiero,
y en las noches unidos en el más profundo dueto
por la canción más bella, con el hombre que quiero.